viernes, 12 de febrero de 2010

MUERE UN MONTERO, POR NEGLIGENCIA.

Un hombre de 49 años de edad murió ayer por la tarde en el transcurso de una cacería al recibir un disparo en la cabeza, un hecho que obligó a desplazarse a la zona a los agentes de la Guardia Civil.
El suceso ocurrió pasadas las 16 horas en el coto llamado Berrocal, que se encuentra dentro del término municipal de Zarza Capilla.
A última hora de la noche pudo ser confirmado que el fallecido recibió un disparo en la cabeza, se supone que accidental, de otro cazador que participaba en la misma montería. Las lesiones eran mortales y falleció en el mismo lugar de los hechos sin que las asistencias sanitarias pudieran salvarle la vida.
Hasta el lugar de los hechos se desplazó la Policía Judicial de la Guardia Civil para analizar lo ocurrido y determinar las causas de la muerte.
Las primeras informaciones apuntaban a que uno de los cazadores que habían acudido a esta montería organizada en Zarza Capilla disparó accidentalmente contra el fallecido, un desgraciado suceso que le costó la vida.

COTOS INTENSIVOS



Salvo contadas excepciones, la temporada de caza ha finalizado. En la memoria, alegrías y desencantos que pasan a engrosar ese baúl de los recuerdos de los momentos de añoranza. Atrás quedó disfrutar de todo lo que rodea este arte: paisaje, el duermevela, el perro, los amigos, la satisfacción de haberlo dado todo, casi siempre por nada.

Pero todavía existe una última oportunidad para los que se resisten

a no salir al campo con la escopeta al hombro. Son los llamados cotos intensivos con animales de repoblación.
Cuando están bien estructurados, funcionan.

Siempre es grato coger el perro y junto a los amigos pasar el día en un ambiente campestre. Mucha culpa de que funcione este sistema la tienen algunos profesionales que han sabido rodear a esta actividad de complementos como campos de tiro, restaurante, pesca de truchas, que hacen que una salida de caza sea un día de fiesta.
Evidentemente, esto es otra historia y poco tiene que ver con la realidad

de la caza salvaje, pero muchos cazadores, cada vez más, lo buscan

y como dice el refranero popular «algo tendrá el vino cuando lo bendicen». La caza auténtica nunca va a desaparecer porque el instinto, sacrificio y arte que conlleva es insustituible.

Mientras tanto, el que quiera divertirse que lo haga sin avergonzarse ni bajar la cabeza.